miércoles, 10 de febrero de 2016

París bien vale una misa

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Enric Ribera Gabandé ¿Porqué a París se le llama la ciudad de la Luz, cuando el sol y la luz no es por cierto lo que más luce? En todos mis viajes a la capital de Francia he intentado averiguar el porqué se le conoce de esta manera a París. Aún hoy en día no lo sé. Quiero creer que se le llama la ciudad de la Luz porque la luz es imaginada. No real. Es la que le da su conjunto histórico, cultural, monumental, lúdico…En París existen muchas luces que brillan más que el sol. Por este motivo está considerada como una de las ciudades más bellas y espectaculares del mundo. Dicen los grandes conocedores que tiene de todo. Por tener, cuenta con todas las vanguardias que se puede uno imaginar. Casi todo surge de París; la moda, los ingenios, la gastronomía, los cabarets, la literatura, las tendencias en el consumo de vino, la música clásica, y una larga lista de iniciativas que hacen de ésta la capital del mundo de obligada visita. Si nos ceñimos a los símbolos presentes que brillan más que el firmamento, podemos confeccionar un interminable inventario clasificado para todos los gustos. Entre otros, la Torre Eiffel, con más de un siglo de historia, que se ha convertido con el paso del tiempo en el símbolo de París y en el monumento más visitado del mundo. La Catedral de Notre-Dame es el edificio gótico-religioso más importante de Francia, así como también el Arco del Triunfo, icono más representativo de París, con dos siglos de historia, y que ha vivido los momentos más importantes de Francia. Otros baluartes parisinos son el Panteón, que fue el primer gran monumento de la ciudad; el Palacio de los Inválidos, construido en el siglo XVII como residencia para los soldados retirados del servicio en el que descansan los restos mortales de Napoleón; y el Palacio de Versalles, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, siendo uno de los palacios más conocidos a nivel mundial, lugar donde se firmó el final de la Primera Guerra Mundial. A lo mencionado hay que añadir, la Sainte Chapelle; la Basílica del Sagrado Corazón; la Ópera Garnier; la Iglesia de Saint Sulpice; la Capilla Expiatoria; el Palacio Real; el Castillo de Vincennes; los 30 puentes y pasarelas que tiene París a lo largo de 13 kilómetros de curso del río Sena por la ciudad; la Torre Montparnasse: las Catacumbas; la Basílica de Saint-Denis; la Iglesia de la Madeleine, y el museo del Louvre. París está considerada la capital de la gastronomía mundial. Lo avala el catálogo de restaurantes y hoteles que luce. Cuenta con el Hotel Le Meurice; Hotel Plaza Athénée que capitanea Alain Ducasse; Le Grand Véfour que dirige Guy Martin; l’Arpège de Alain Passard; y Hotel Georges V. La ciudad de la Luz, por la noche, se vuelve mágica con Moulin Rouge, Lido y Paradis Latin, que se ha puesto, éste, de moda en los últimos tiempos, siendo todo un revulsivo.

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