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jueves, 24 de abril de 2014
¿Por qué Milos está considerada la isla del amor?
Es la isla de los colores, de los enamorados, de la predominante tonalidad azul turquesa del cielo, del azul marino del mar. Todas las islas del mundo son diferentes, aunque muchas son parecidas. Milos (Grecia)
es diferente a todas, tiene un encanto especial…una singularidad única. Es para enamorarse, para disfrutarla. Es pequeña y el visitante se desenvuelve con toda facilidad, es para abrazarla y descubrirla, es para enamorarse de ella.
Al ser una isla volcánica, la orografía resulta caprichosa. Dibuja acantilados que se presentan desde la altura como singulares miradores que brindan una privilegiada visión de las pequeñas poblaciones que anidan en las faldas de los variados montículos que se proyectan frente al mar.
Milos no es un destino muy conocido en el mundo del turismo. No por eso deja de convertirse en uno de los iconos más gratificantes y bellos del mar Egeo, una especie de paraíso. La isla ciclada cuenta con pequeñas playas de arena fina, rinconcitos para bañarse y tomar el sol, lugares que se convierten en diminutos y particulares espacios para broncearse, como si la cala fuera algo personal del bañista.
Una de estas joyas que la providencia volcánica diseñó en Milos fue Sarakiniko, una lengua de agua que se adentra en la roca blanca del volcán isleño en forma de un pequeño y caprichoso fiordo, que se constituye en una escondida playa de pequeña capacidad para jóvenes y menos jóvenes enamorados. Es, sin ninguna clase de dudas, uno de los puntos más glamorosos de Milos.

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Inmerso el viajero en un continúo desfile colorista de tonalidades azules que dibujan las aguas del Egeo, las estampas se suceden una detrás de otra. Las bellas imágenes de casas salpicadas de una belleza sin igual adornan las alturas montañosas de la isla y también las zonas que amansan el agua de su litoral. La primera parada para el baño es en Kleftiko. La erupción volcánica dio forma a unas piedras curiosas, surrealistas, con arquitectura de la Madre Naturaleza apoyadas sobre el mar que se convierten en uno de los puntos más fotografiados del crucero.
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